El Caso de Karen Ann Quinlan.
Karen Ann Quinlan nació el 29 de marzo de
1954, en Scranton, Pennsylvania. Fue adoptada tras su nacimiento por un matrimonio católico que residían en Landing (New Jersey).
En abril de 1975 Karen comienza una dieta estricta con motivos estéticos. El 15 de abril de 1975 acude a una fiesta de cumpleaños de un amigo, donde consumió alcohol y algunos tranquilizantes (se cree que fue fenobarbital o diazepam). En esa misma fiesta comenzó a encontrarse mal y se acostó, siendo encontrada 15 minutos más tarde sin que tuviese respiración espontánea. Se avisaron a los servicios médicos de urgencias quienes procedieron a realizar la reanimación. No recuperó la consciencia y fue ingresada en el Newton Memorial Hospital de New Jersey en estado de coma y con un peso de 50 kg. Estuvo 9 días en el citado hospital y fue trasladada al St. Clare's Hospital.
Karen sufrión un daño cerebral irreversible debido al fallo respiratorio prolongado, en el hospital fue conectada a ventilación mecánica. El motivo del fallo respiratorio nunca fue conocido. Karen se encontraba en estado vegetativo persistente, durante los meses siguientes que permaneció en el hospital su estado fue deteriorandose progresivamente, perdiendo peso hasta llegar a pesar 36 kg. Eran mantenida con vida mediante alimentación por sonda nasogástrica y la ventilación mecánica.
Pasados varios meses, los padres solicitaron la suspensión de la ventilación mecánica. El hospital rechazó la petición, y los padres llevaron el caso a la Corte Suprema de New Jersey en 1976. La Corte Suprema falló a favor de la petición de los padres; y se retiró la ventilación; a pesar de ello Karen continúo respirando de manera espontánea y fue alimentada por sonda nasogástrica durante nueve años más hasta su fallecimiento por neumonía en junio de 1985.
Este caso fue relevante por varios motivos, en primer lugar la sentencia autorizaba la desconexión del respirador sobre la base del "derecho a una muerte digna y en paz". Otro aspecto destacable era que se reconocía por primera vez que la tecnología del soporte vital planteaba una cuestión ética de primer orden, el debate sobre mantener o no con vida a personas en estado vegetativo a individuos que nunca volverían a tener una vida consciente... una línea de reflexión que nos hizo replantearnos que algunas prácticas podían considerarse como encarnizamiento terapéutico. Y un último aspecto destacable fue la recomendación de la Corte Suprema para que los hospitales creasen "Comités de ética" capaces de enfrentarse a este tipo de conflictos.
Adjuntamos los enlaces a la noticia publicada en el diario El País sobre la muerte de Ann Quinlan, así como la sentencia de la Corte Suprema.
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