Interesante artículo que reflexiona sobre la enseñanza de la bioética. La bioética como disciplina tiene un corpus de conocimiento que requiere abordar el aprendizaje del mismo, desde la historia hasta la metodología característica de esta disciplina. Sin embargo, la enseñanza de la misma no se restringe al corpus de conocimiento, sino que debe aborda la adquisición de determinadas actitudes y valores.
El autor cita en primer lugar aquellas actitudes negativas que pueden tener los estudiantes y profesionales del ámbito de la salud y que deberíamos esforzarnos por cambiar. Entre ellas cita las siguientes: mentalidad "cientificista", entendiendola como que la ciencia lo explica todo, y se dotaría a sí misma de las reglas de autoregulación.. nadie debería imponerle reglas diferentes. Los intereses económicos existentes en el ámbito de la salud que pueden enturbiar el ejercicio de una profesión que debe orientarse al servicio a los demás. Otras actitudes negativas que refleja son la propia actitud negativa ante la bioética, que entienden como una perdida de tiempo, ya que todo debería dedicarse a las disciplinas clínicas. Y la última, la actitud pasiva que suelen presentar a la hora de enfrentarse al proceso formativo, que en el caso de la ética no sirve de nada, ya que la ética parte del debate, de la reflexión y precisa, por tanto, un proceso activo de aprendizaje.
Obviamente los profesionales y estudiantes aportan otras actitudes positivas como puede ser la curiosidad y las ganas de aprender, la actitud crítica contra las desigualdades sociales o la mercantilización de la sociedad, etc..
El autor reflexiona sobre las actitudes y valores que el entiende como imprescindibles en el diálogo bioético. Estos son el respeto al otro, tolerancia, fidelidad a los propios valores, escucha atenta, actitud interna de humildad; reconocimiento de que nadie puede atribuirseel derecho a monopolizar la verdad y que todos debemos realizar un esfuerzo para ser receptivos, para cuestionar las propias convicciones desde otras posiciones y lo razonable de otros argumentos. Hay que evitar los dogmatismos y las visiones reduccionistas.
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