El diario El País, el 17 de diciembre de 2013, publicó una noticia titulada "Glaxo decide que no pagará a médicos tras los escándalos por sobornos"... La empresa británica, con esta propuesta, pone sobre la mesa la difícil relación existente entra la industria farmacéutica y los médicos prescriptores.
La industria de productos farmacéuticos ha estado salpicada en los últimos años por numerosos casos que han dañado su imagen... casos de ensayos con fármacos utilizando sin su consentimiento a personas vulnerables... en países en vías de desarrollo o bajo situaciones de conflicto bélico... sobornos a profesionales médicos para que influir en su criterio de prescripción... interminables peleas judiciales con países que decidieron elaborar fármacos genéricos para que sus ciudadanos pudieran tener acceso a tratamientos vitales... etc...
El ciudadano tiene la imperiosa necesidad de creer que el médico que lo atiende es independiente, que el único motor que impulsa sus recomendaciones diagnósticas o terapéuticas es la búsqueda de lo mejor para su propio paciente. Cualquier cosa que genere duda en esta independencia generará un daño irreparable a la relación médico - paciente que sustenta la atención sanitaria. El paciente delega necesariamente parte de las decisiones sobre el manejo de su enfermedad en el profesional, delegación que es necesaria e imprescindible y se basa en la diferencia de conocimiento sobre la ciencia médica entre ambos agentes... pero que para que se produzca es imprescindible la creencia ciega en la independencia del profesional... ya que sin ella se generaría una desconfianza que pondría en jaque la delegación y la relación entre profesional y paciente, la cual se antoja como necesaria para un adecuado manejo del proceso patológico.
Es evidente que esta situación también daña a la visión y reconocimiento que la sociedad ha tenido sobre el profesional médico.
Otro aspecto que llama la atención, es como la industria, de nuevo, toma la delantera a los profesionales; y parece que se adelantan en la reflexión ética sobre la relación industria-profesional... entendiendo que se deben poner límites a la misma y donde no caben los incentivos económicos para que los profesionales modifiquen sus hábitos de prescripción... Se da la imagen que es la industria la que hace la reflexión, la autocrítica y entona el "mea culpa", mientras los profesionales han mantenido un estado pasivo a la espera de tan jugosos incentivos y mientras ello ha sido posible.
La realidad es que han existido muchos profesionales que han denunciado a lo largo de estos años estas prácticas, profesionales honestos que han puesto por encima de cualquier cosa la independencia de sus criterios científico-médicos para dar un mejor servicio a sus ciudadanos; y que probablemente ha sido la semilla que ha generado una reflexión social y colectiva que ha ido llevando a un mayor control por parte de las autoridades sanitarias... y a una modificación en las estrategias de venta de la industria.... pero la industria ha expropiado esas ideas, esos esfuerzos y esas luchas y las ha asimilado como propias.
La modificación de la industria, ahora encabezada por Glaxo, tiene que ver más con un análisis económico donde han visto que el mercado esta cambiando... donde los genéricos, precios de referencia, receta electrónica y la necesidad del estado derivada de la crisis económica ha hecho que la línea encaminada a incentivar a los profesionales para que prescriban un fármaco determinado va fracasando... y toca un cambio de orientación del negocio. ¿Es la reflexión ética la que ha llevado a este cambio? Me temo que aunque esa sea la línea que desean vender... ha sido una reflexión de optimización de los beneficios... han detectado una vía muerta para la extensión del negocio... y buscan otras...
Tengo la impresión que los profesionales hemos perdido otra oportunidad de haber liderado totalmente el cambio... y se lo han apropiado los que generaron el problema... los que incentivaban o sobornaban... una pena.
A pesar de ello, espero que este planteamiento se extienda al resto de productos biosanitarios... como protésis, audifonos, etc... y ojalá, sean los profesionales los que acorralen a las casas comerciales para que se planteen mejorar sus productos en precios y calidades y esto repercuta sobre los pacientes... y no sobre un incremento de los ingresos de los profesionales que los prescriben...
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