JORNADA DEL CABePA
El
19 de Mayo, la Jornada de Formación del CABePA estuvo dedicada al tema de la
Seguridad del Paciente. Intervinieron dos ponentes: D. Manuel Valledor Méndez,
del Servicio de Evaluación de la Salud, Calidad y Programas, que presento el
documento “Estrategia de seguridad del Paciente en Asturias 2015-2020” , y D. Carlos María
Romero Casabona, catedrático de Derecho Penal de la Universidad del País Vasco
y director de la Cátedra Interuniversitaria de Derecho y Genoma Humano de la
Universidad de Deusto, que diserto sobre los “Aspectos Legales y Éticos de la
Notificación de Efectos Adversos”.
El
primer ponente comenzó su disertación con esta frase de Adré Gide: “Todo ya se
ha dicho una vez; pero como nadie escucha, hay que decirlo de nuevo”. Cita que, en mi opinión, resumen en cierta
medida lo que este tema representa.
El
documento elaborado, hace una reseña histórica llamando la atención sobre la
publicación del Instituto de Medicina de los Estados Unidos, primera en esta
área: “Errar es humano: construyendo un sistema de salud más seguro”, en la que
se hace énfasis en la importancia al afirmar que entre 44.000 y 98.000 personas
fallecen cada año en los hospitales estadounidenses como consecuencia de fallos
que podrían evitarse.
Posteriormente,
refleja tanto a nivel internacional, nacional y comunitario, los estudios que
existen con datos de prevalencia.A nivel internacional la media de efectos
adversos oscila entre un 2,9 y un 16,6% de los cuales, se consideran evitables
una media de 41%. A nivel nacional, el rango oscila entre un 7,2% y un 33,1 y
podrían evitarse entre un 50 y un 70%, siendo los más frecuentes los atribuidos
a la medicación (12-47,8%) y al proceso de atención (46,2%). En Asturias, en el
medio hospitalario, la prevalencia es de un 8,4% de media con 42,8 evitables
(estudio ENEAS) y de 8,1% con un 51% de evitables (estudio EAPAS).
Establece
siete líneas de trabajo: organización y liderazgo, cultura de seguridad,
participación del paciente, gestión de la información clínica, entorno seguro,
prácticas clínicas seguras y gestión de riesgos. En cada una de ellas se marcan
objetivos, medidas y los oportunos indicadores de evaluación. El documento se
puede consultar en:
En
la segunda ponencia, D. Carlos M. Romero Casabona, señala las diferentes
iniciativas internacionales (OMS, Consejo de Europa, …) enfocadas a dar una
acción normativa para prevenir los efectos adversos, plantea las
características de un sistema de notificación, si esta debe de ser voluntaria u
obligatoria (el opina que mejor voluntaria), que eventos deben de ser objeto de
notificación (en su opinión no incluir la farmacovigilancia al tener un
trayecto propio), comenta otras circunstancias relevantes en relación con el
anonimato, la confidencialidad, el aspecto punitivo (no debe darse), el deber
de denuncia y de testificar, para terminar con una necesaria reforma de la
legislación en lo relacionado con el artículo 417 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal.
Parece
claro que es necesario evitar los efectos adversos por la morbimortalidad que
generan y por los costes que suponen. Bienvenido sea el diseño de una
estrategia y las medidas que comporta, necesaria a todas luces, que esperamos
se materialice cuanto antes y no se quede en el tintero.
Ningún
trabajador sanitario ni la institución pueden permanecer ajenos a este problema
y a sus consecuencias; es necesario asumir, como refleja el documento, que la
seguridad implica evitar el contacto innecesario con el sistema, y si este es
inevitable, garantizar el menor riesgo posible. Reconocer que podemos hacer
daño, que podemos crear un problema, es un paso fundamental para crear esa
cultura de seguridad que haga posible el tomar medidas preventivas.
Otros
factores, como la calidad de la información que se registra en las historias
clínicas y la relación médico-paciente, unidos al tiempo que hay que emplear,
también son fundamentales.
Es
frecuente ver la falta de rigor en la aplicación del método clínico, es decir,
hay que interrogar correctamente, explorar a la perfección, hacer diagnóstico
diferencial y pedir pruebas en base a confirmar o descartar las hipótesis previas; lo que
predomina es hacer una anamnesis escasa, explorar lo mínimo y solicitar muchas
pruebas complementarias no exentas de riesgo. De esta manera la calidad de la
información que se registra en las historias clínicas es baja, evitando así, el
cumplimiento de su finalidad como elemento coordinador y de continuidad de
atención.
Si
se pretende incluir a los ciudadanos en este tema, y respetar su autonomía, nos
exige conocimientos suficientes y una buena técnica de comunicación, hecho que
no parece que se de a menudo. El documento presentado hace alusión a un estudio
australiano en el que una mala comunicación, fue responsable del 11% de los
efectos adversos y un 6% fueron secundarios a problemas de competencia
profesional.
El
hacer bien las cosas requiere una buena gestión del tiempo. Los trabajadores
sanitarios no debemos retener a los pacientes en los circuitos hospitalarios
revisándolos periódicamente cuando hay una atención primaria que debe hacerlo.
Las instituciones han de aportar los recursos necesarios y organizarlos
adecuadamente actuando como facilitadores, según necesidades de salud de la
población a la que se atiende, y no restringirlos hasta el punto de que con la
excusa de la crisis, el sector ha perdido 50.000 puestos de trabajo a nivel
estatal y se cierran plantas enteras de camas.
http://www.sanidad.ccoo.es/websanidad/Noticias:Actualidad:919923--CCOO_advierte_de_la_perdida_de_45.700_puestos_de_trabajo_en_el_sector_sanitario_durante_los_anos_de_crisis
Necesario,
también, contemplar los factores comentados en la segunda ponencia y evitar la
práctica de una medicina defensiva, muy al uso hoy en día.
Bienvenido
sea el documento y ojala sirva para crear el cambio cultural al que aspira.
Nuestros pacientes se lo merecen.
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