Archie Cochrane, uno de los padres de la Medicina Basada en la Evidencia, escribía en 1973 en un "postscritum" de su libro "Efectividad y Eficiencia! (1971) la siguiente anécdota:
"Tenía un joven prisionero de guera soviético que se estaba muriendo y padecía mucho dolor. Estaba haciendo un ruido espantoso en un pabellón muy grande. Yo no tenía ni medicamentos ni ningún lugar aislado para él. Nadie era capaz de hablar el ruso. Desesperado, y de manera puramente instintiva, me senté en su cama y le tome en mis brazos. El efecto fue casi mágico, pues calló de golpe y murió pacíficamente unas horas más tarde. Yo aún me encontraba con él, medio dormido y muy tieso.
Creo que mi intervención personal mejoró enormemente la calidad asistencial en este caso, y sé que estuvo basada en el instinto y no en la razón. Me siento más bien tímido a la hora de discutir racionalmente acerca de la calidad. Todos somos capaces de reconocer la calidad cuando la observamos y, de manera particular cuando nos beneficiamos de la misma. En la curación, los resultados juegan un papel importante a la hora de determinar la calidad, pero ciertamente no se trata de la historia completa. Los factores realmente importantes son la amabilidad y la capacidad de comunicarse con el resto del equipo médico. En la asistencia está claro que estos dos últimos factores juegan un papel todavía mucho más importante".
Cochrane AL. Efectividad y eficiencia. Reflexiones al azar sobre los servicios sanitarios. Barcelona: Centro Cochrane Iberoamericano-Fundación Salud Innovación y Sociedad, 2000: p.95-96.
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